¿A quién no le ha pasado alguna vez?

Llega un posible cliente, borracho de 2.0, con la cabeza llena de emprendimientos basados en la explotación de jóvenes editores o de lejanos países. Se quieren comer el mundo, su negocio es online y sus expectativas son altas: ya tienen hasta perfil en Facebook y cuenta en Twitter, pero ¿y el servidor?.

Parece que el servidor es lo de menos, alentados por las ofertas low cost, la máquina que va a servir sus webs ocupa la partida menor de su plan de negocio. ¿Para qué gastar más? y lo peor, ¿para qué preocuparse de la seguridad o la optimización?.

Parece una perogrullada, y lo es, si tu negocio es online, tu servidor es el pilar que sustenta todo el negocio. No es el lugar en el que escatimar esfuerzos. Sorprende la cantidad de veces que tienes que decirlo al día y sorprende aún más que no todo el mundo lo vea.

Si a nadie se le ocurre montarse un negocio físico en un barrio de dudosa reputación, en un local cochambroso, que amenaza ruina. ¿Por qué hay quien lo hace con sus negocios online?

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